ARBORETUM. De regreso al bosque

El presente proyecto parte del “espacio primigenio”; recorrido y poblado por el hombre en algún momento y en donde aún su presencia, aunque no física, permanece.

El proyecto transita asimismo un recorrido generado en la ficción, en donde se sugiere una presencia inmaterial que habita dicho espacio natural, dejándose sentir y ver en ocasiones por el que visita el lugar, confundiéndose los contenidos de lo fantasmático y de lo perceptual.

Bajo una secreta voluntad que anima el universo de lo visible y lo puebla a modo de una estructura inmaterial del sujeto, surge una extrañeza que irrumpe como un relámpago fugaz e inquietante, como el rostro siniestro de lo familiar que se multiplica e invade toda la realidad del espacio natural mostrado.

La propuesta va al encuentro de la relación originaria con la naturaleza, buscando escucharla y entenderla para terminar por encontrarse a sí mismo. En esta búsqueda de la conexión con el espacio natural, sus habitantes emergen de manera inusual y transmiten su relación con el espacio.

Frente a esta presencia, la sensación inicial puede ser de extrañeza ante lo intangible de estas. Pues la extrañeza de la naturaleza de las presencias en algunos casos puede que invite a la asociación de imágenes fantasmales y estas asociarlas al miedo.

Sin embargo, lo que busco mostrar, es casi lo opuesto, pues creo que ante todo somos nosotros quienes irrumpimos con nuestra presencia y mirada la armonía habitual del ente con su espacio. Todo dependerá del lugar en el que se ubiquen los lectores, de lo que cada espectador pueda ser capaz de relacionar con su propia experiencia o su sentir.

La materia prima en mi fotografía es el árbol, la tierra, las ramas, las hojas, las cuales son inherentes al bosque. Es así que me sirvo del paisaje para explorar el medio natural, redescubriéndolo y compenetrándome en él, encuentro un espacio lleno de vida, en donde el árbol es notablemente sujeto principal del bosque, dotado de formas propias y particulares. Llegando así que lo agreste se torna calmado y lo siniestro familiar.

El pensar en la naturaleza me lleva a reflexionar en como frente a ella nuestra vida, es corta y efímera, y sobre todo en que tras su maltrato y explotación, en un futuro no muy lejano, creo que el hombre se verá en la necesidad de regresar a cuidar de su entorno inicial, preservándolo para su propia sobrevivencia.

Abigaíl Giol


































Elementos


En una relación de armonía entre el medio y sus elementos encuentro al ser que se fusiona con una naturaleza agreste pero armoniosa, en donde estos elementos cobran vida y los límites de la materia se disuelven y unifican en un todo (agua, piedra, barro y ser), pues comparten no solo el espacio sino que todos ellos se encuentran dotados de alma y vida, por tanto los tomo como únicos e importantes y posiblemente a los cuales algún día regresaremos.

Abigaíl Giol




Donde el río se remansaba para los muchachos
se elevaba una piedra.
No le viste ninguna otra forma :
sólo era piedra grande y anodina.

Cuando salíamos del agua turbia
trepábamos en ella como lagartija. Sucedía entonces
algo extraño :
el barro seco en nuestra piel
acercaba todo muestro cuerpo al paisaje :
el paisaje era de barro.
En ese momento
la piedra no era impermeable ni dura :
era como el lomo de una gran madre
que acechaba camarones en el río. Ay, poeta,
otra vez la tentación
de una inútil metáfora. La piedra
era piedra
y así se bastaba. No era madre. Y sé que ahora
asume su responsabilidad: nos guarda
en su impenetrable intimidad.

La Piedra del río
José Watanabe